martes, 2 de octubre de 2007

Carta a mi corazón

Mí querido corazón:

En vísperas de Navidad, estás más emotivo que de costumbre y te veo tan sensible, que no puedo dejar de observarte... ¡Me emocionas.!

Hoy deseo dedicarte unas líneas. Quiero pedirte disculpas por estar siempre cargándote con penas justificadas, y de las otras también...

y como tú no te quejas, ya se me está haciendo una costumbre contar con tu fuerza constante, permanente, y hasta rutinaria... y tengo que remediarlo.


Hoy te siento distinto y comprendo que tu trabajo de cada día no es nada rutinario.

¡Eres la Presencia de Dios!.
¡Eres la vida misma que no se detiene!.
¡Eres el templo de mis sentimientos más genuinos!.
¡Eres el depósito de mis recuerdos:
dulces y amargos!...
Eres... ¡Mi querido corazón!
¡Por Dios!, ¿cuánto trabajo tienes? Debo valorarte mucho más porque estoy comprendiendo, que siendo del tamaño de mi puño, guardas dentro de ti
todo el Universo de mi vida.

Soy consciente que algunas veces no te escucho, y que cuando actúo desoyéndote, después te sientes muy triste, y tú y yo la pasamos bastante mal, sé que muchísimas veces me enojo contigo y sin embargo sigues firme, acompañándome, estimulándome...
¿Cómo no agradecerte si estás pendiente de mis pasos?.
Eres el primero en decirme ¡Cuidado!
Eres el que me invita con cautela o con Bríos a ser pionero de mi camino...

¿Cómo no agradecerte?
Si desde el principio y hasta el final, a pesar de todo, siempre estás ¡Conmigo!.

Desconozco su Autor

No hay comentarios:

Publicar un comentario